En la fuente principal, en el centro del Patio Andaluz, se puede leer la dedicatoria que acompañó en 1929 a este obsequio que le hizo la ciudad de Sevilla a Buenos Aires y que llegó en barco: “A la caballerosa y opulenta ciudad de Buenos Aires en testimonio de comunicación espiritual, Sevilla ofrece esta muestra de la industria de Triana, el barrio de los laboriosos alfareros y los intrépidos navegantes”. El regalo era nada más ni nada menos que un patio con fuentes, bancos y azulejos azules y blancos, como los de las casas y las plazas de Andalucía.